La noche en que una chica poseída y tetrapléjica salió de fiesta en una camilla (I)

En muchas ocasiones recibimos malas noticias o se nos presentan problemas que parece que no se pueden solucionar y que van a impedir irremediablemente lo que teníamos pensado hacer. Pero siempre es bueno buscar alternativas porque hay infinitas posibilidades y, a veces, el intentar esquivar obstáculos es precisamente lo que nos hace encontrar soluciones novedosas y hacer cosas que de otro modo no hubiéramos hecho nunca. Por eso, en cierto modo cada problema es una oportunidad . Esto tiene mucho que ver con el presente post, pero para darle sentido y hacerlo entender tengo que explicar una historia previa a la historia principal, que tuvo lugar el domingo 15 de febrero de hace un año.

Si me conoces personalmente o has leído uno de mis posts anteriores, quizás recuerdes que, durante bastante tiempo, el año pasado estuve prácticamente «viviendo en mi cama». No por gusto claro, ni siquiera por mi lesión medular en sí, sino porque mi precioso, querido y demasiado delicado culo tuvo que hacer reposo por culpa de una mala compañera suya: una úlcera por presión. Por explicarlo en pocas palabras, se trataba de una herida –o como lo llamaba yo, más bien un agujero, boquete o cráter- de tamaño considerable (no muy grande a la vista, pero sí muy profunda) bajo la nalga, justo donde el hueso -el isquion- presiona cuando uno está sentado.

En un caso así, para que la carne no se necrose (=) sino que crezca,  vaya llenando el «agujero» y acabe curándose la herida, es imprescindible no presionarla contra nada. Vamos, que no se puede apoyar la zona y aún menos poniéndole peso encima. ¿Qué significaba para mí esto en la práctica? Pues no poder sentarme en la silla de ruedas, tener que estar siempre estirada y cambiando de posición cada X horas (para que no se formasen más heridas de estar apoyada todo el día en el mismo punto). Y no poder sentarme en la silla esperando que se curase una úlcera como esa conllevó, entre otras cosas, pasar meses y meses sin poder levantarme de la cama y por lo tanto sin salir de casa, ni siquiera de mi habitación.

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¿A qué vienen estas imágenes? La respuesta, en los siguientes párrafos 

La cuestión es que cuando ya llevaba un tiempo «encerrada» la herida se infectó, volvió a empeorar mucho y estuve unos días ingresada en el hospital para que los médicos valoraran la situación. Curándose por sí sola, mi «querida amiga» podría tardar en cerrarse incluso más de un año (estando también sin levantarme, claro). Así que finalmente el médico dijo que me operaría y que hasta entonces yo esperaría en casa (no ingresada en el hospital), pero que no podía levantarme en absoluto, ya hasta después de la operación y de un mínimo de cinco semanas de recuperación.

Durante esa tarde en que el médico me dijo todo eso, no podía parar de pensar en el tiempo que ya llevaba sin ver la calle y el que todavía me quedaba por delante… pero se me pasó por la cabeza una pequeña locura que me quitó la pena de encima por un rato, vamos, que me alegró la tarde. La semana siguiente era Carnaval y (como tantas otras veces últimamente) yo tendría que estar encarcelada en mi cama mientras los demás se divertían disfrazándose, saliendo de fiesta, a la Comparsa de Vilanova, a ver las carrozas…  ¿o no? Pensé: «no puedo sentarme en la silla pero… ¿y si saliera por ahí pero sin sentarme?». Y rápidamente se me ocurrió la solución perfecta: conseguir una camilla portátil y salir disfrazada de algo que fuera coherente con ir tumbada… y nada, qué mejor que ir de la niña poseída de la película «El exorcista» jajaja

Primero lo dije medio en broma a los enfermeros que estaban allí conmigo, pero les pareció muy buena idea e incluso me dijeron que me ayudarían a encontrar la camilla, así que ya me acabé de animar. Algunas veces se me ha ido un poquito la olla con alguna ocurrencia de las mías y no es que me apunte a un bombardeo, sino que directamente traigo yo las bombas , y si encima me ayudan… pues ya nadie me puede quitar la idea de la cabeza jejeje. Dicho y hecho.

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Una de mis normas que intento cumplir siempre es: Si te propones algo, ya que lo haces, hazlo lo mejor que puedas. 

En este caso me propuse ser muy fea, tan fea que diera miedo. ¿Que para salir una se tiene que disfrazar de cosa horrible? Pues ya que estamos… se intenta hacer lo mejor posible con los recursos de que se disponga.

Intentando compensar la falta de material caro y de un profesional para caracterizarme, con una sesión de maquillaje ultra-rápida de mi amigo Jose Luis Algar (¡gracias!), pelos de loca y poniendo cara de orco todo el rato, creo que lo conseguimos. Fea con ganas jajaja 

Una vez en casa, durante esa semana se lo expliqué todo a algunos amigos para que fueran «mis cómplices». Mi madre me sorprendió con una camilla prestada ya preparada en casa, me buscó un camisón viejo de mi bisabuela, miré videos en YouTube para saber qué tipo de maquillaje tenía que comprarme, busqué a gente que supiera maquillar en plan profesional (aunque finalmente no encontré a nadie disponible) e incluso estuve buscando un transporte alternativo a mi coche (traslados en ambulancia para particulares o bien furgonetas de alquiler por días u horas), porque la camilla y yo a la vez no cabíamos en él. Finalmente tuve que ir en mi coche, estirada en el sillón del copiloto, y llevar la camilla plegada en el sillón de atrás; cuando llegamos al Carnaval de Sitges, entre mis padres y los amigos que vinieron conmigo, montaron la camilla al lado del coche, me cogieron en brazos, me colocaron entre cojines y mantas y me rociaron de sangre, todo en medio de la calle donde conseguimos aparcar. Obviamente, la gente que pasaba y veía «el show» flipaba en colores jajaja (lo sé, no tengo vergüenza).

Simplemente pensé e hice todo esto para poder salir y pasármelo bien con los que me echaron una mano, nada más (me refiero a que mi intención no era llamar la atención ni nada parecido). Obviamente sabía que ir en una camilla por las calles llenas de gente, además con ese disfraz y por un motivo como ese (por necesidad, en resumen) sería algo «poco habitual» por así decirlo, pero también creía que en medio de tanta gente y en pleno carnaval pasaría más desapercibida… Aunque luego no fue así precisamente.

¿Tienes curiosidad por saber qué pasó esa noche? Si quieres saber anécdotas y reacciones de la gente al verme y al hablar conmigo, en breve podrás leer la segunda parte del post 🙂


NOTA

Ya que hablo del Carnaval y que soy de Vilanova i la Geltrú, así como quien no quiere la cosa aprovecho para hacer un poco de publi (desinteresada, claro) de una de las fiestas tradicionales más curiosas, originales y divertidas que se celebran por aquí (y no sólo lo digo yo, incluso es Fiesta Patrimonial de Interés Nacional desde 1985): la Comparsa de Vilanova.

Para mi gusto es el mejor día de todo el Carnaval, o al menos lo era durante los años en que todavía podía participar y disfrutarlo en «plenas facultades”… y ahora salgo a verlo todos los años, aunque sólo sea «desde fuera». Ya la he mencionado más arriba, junto con un enlace a Wikipedia que (medio) explica lo que es, pero no basta con imaginarlo sino que hay que verlo (y participar ya es lo ideal, claro). Por eso, dejo a continuación unos videos para ayudar a hacerse una idea.

      

Y por si a alguien le hace gracia y tiene más curiosidad, también enlazo un par de cositas más sobre ella (están en catalán, pero a quien no lo entienda siempre le quedará nuestro querido e imperfecto Traductor de Google). 😉

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